La tierra me dio al mar, y yo soy el mar para el cielo. Pero mi cielo no quería un mar. Quería pequeñas olas inofensivas a sus pies. Y yo, desbordado, no lo supe ver ni entender, no me contuve.
Es que quería darlo todo. Ser infinito. Empapar, cantar la vida a su oído de día y de noche. Hubiera vendido mi espíritu, mi voz, mis años, mi piel, mi vientre. Lo hubiera dado todo a cambio de poseer el cielo, como el cielo poseía mi mar.
Pues es a manera de un escrito... lo modifique
(Fragmento del cuento Sirenas del libro Damas de Caza. Plaza y Valdés 2011)
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